Iba a salir a comprar, pero no recordaba a donde dejé mi monedero. Buscándolo por toda la casa, como no lo encontraba, le pedí ayuda a mi marido, que empezó a buscar también.
Al cabo de 5 minutos lo encontré, y cuando le fui a decir que ya no buscara más, me mira y dice:
-¡Lo encontré!¡Lo tienes de la mano!