Mi madre tenía un pequeño jardín con flores, hierba y plantas, en el cual yo tenía plantadas, una en cada esquina, 5 plantas de judía.
Eran buenas y daban buen fruto.
Mi hermana se compró un conejo.
Yo le dije que no le dejara suelto, que a ver si se iba a comer mis judías.
Ella dijo que, con tanta planta disponible, por qué iba a ir a por mis judías.
Soltó al conejo.
Fue selectivamente a comerse lo primero de todo mis 4 plantas de judías, hasta escarbó para comerse incluso las raíces. Las demás plantas ni las tocó.